El verano es una época sensible para nuestros ojos, las actividades al aire libre y, especialmente las acuáticas, aumentan su frecuencia y esto puede ocasionar riesgos que debemos prevenir. Una mayor exposición a radiación ultravioleta, alergias estacionales, el contacto de la superficie ocular con el agua, exposición a aires acondicionados y un mayor riesgo de traumatismos son los principales peligros en la época estival.
Durante el verano la radiación ultravioleta que reciben nuestros ojos es mayor y puede dañar estructuras oculares como la conjuntiva, la córnea, el cristalino o la retina. Los efectos de la radiación son acumulativos, por lo que es fundamental prevenirlos desde la infancia, época en la que nuestros ojos son más sensibles por la mayor permeabilidad a la luz.
La protección solar es fundamental mediante el empleo de gafas de sol que bloqueen los rayos UVA y UVB al 100%. Deben ser gafas homologadas, con el distintivo CE y deben llevar la identificación de la ISO EN 1836:1997, siendo recomendable adquirirlas en establecimientos especializados.
Además, utilizar sombreros, gorras o, por ejemplo, buscar la sombra especialmente en las horas centrales del día son medidas fáciles de implementar y que van a proteger nuestros ojos y también nuestra piel.
El cloro es una sustancia necesaria para desinfectar el agua de las piscinas pero que en contacto con la superficie ocular puede producir enrojecimiento, escozor y dificultad para abrir los ojos.
En ocasiones, puede llegar a producir conjuntivitis química o irritativa o afectar también a la córnea provocando una queratitis dando visión borrosa y fotofobia (excesiva sensibilidad a la luz).
El mayor riesgo lo tienen los portadores de lentes de contacto, que en contacto con agua dulce pueden sufrir una infección por microorganismos muy agresivos y resistentes a los tratamientos convencionales como la Acanthamoeba. No se deben usar lentes de contacto en piscinas, ríos u otras zonas de baño.
Es fundamental el uso de gafas de natación, para evitar el contacto directo con el agua, y si no disponemos de ellas evitar abrir los ojos bajo el agua.
En el caso de presentar síntomas de irritación o molestias oculares debemos limpiar los ojos con suero fisiológico o lágrimas artificiales. Si la sintomatología persiste, no debe durar más de unas horas, o empeora es recomendable acudir a un oftalmólogo, especialmente aquellas personas que usen lentes de contacto.
En verano, varios factores contribuyen a la sequedad ocular:
Para aliviar la sequedad ocular debemos utilizar lágrimas artificiales sin conservantes, especialmente ácidos hialurónicos, con frecuencia. Una buena hidratación, evitar la exposición directa al viento o aires acondicionados y la radiación solar mediante gafas de sol van a reducir en gran medida la sequedad de nuestros ojos.
El verano exige protección activa. La radiación ultravioleta, el cloro y la sequedad son enemigos silenciosos, pero con gafas adecuadas, hidratación y precaución en el agua, puedes disfrutar sin riesgos.
24-C2590-0052
C/Julio del Campo, 12-14 bajo
24002 – León
info@sanchezcanizal.com
+34 987 912 612
¿Hablamos?